
SOY LA ESPADA Y SOY LA HERIDA
17 de enero de 1974, el Egrupo guerillero colombiano Movimiento 19 de abril extrajo de la Quinta de Bolivar la espada del Libertador, en un novel operativo publicitario y militar que habría de dividir la historia de Colombia en dos: antes y después del M-19. Lo que siguió por parte de las agencias de seguridad fue una violenta operación de rescate por aire, tierra y mar, para dar con la reliquia nacional de su independencia, la sagrada espada que embistió Bolívar en el Puente de Boyacá hace dos siglos. Su robo acaparó la atención nacional y creó un estado de alerta sin precedentes en el país; tanto así, que la orden oficial al día siguiente era recuperarla a como diera lugar. Tan represiva resultó la persecución policial y militar en la asediada capital y en otras ciudades, que la espada debió permanecer oculta bajo la mayor secretividad en casa de varias personalidades en y fuera de Colombia durante su travesía de 17 años, incluyendo matronas, poetas, escritores, patriotas, guerriller